Si hay un momento del año especial para nosotros, trascendente, lleno de contenido inmenso y abrumador es este, es Pesaj.

Nosotros somos lo que somos por una noche de Pesaj, somos judíos por lo que ocurrió una noche en Egipto. Y somos lo que somos, por lo que ocurrió una noche en Yerusalaim. Si quitamos la última noche de nuestras vidas, de nuestra fe, de nuestra esperanza, no somos nada. Estaríamos cenando pollo, el mismo tipo de ave que sacrificaríamos en Yom Kippur (un hecho aberrante).

Pero al Dío gracias, que ha tenido misericordia de nosotros. Misericordia de nuestra ignorancia y de la multitud de nuestros pecados.  Creemos que el Mesías ha venido y nos ha traído luz y salvación.

Hay artículos por ahí, titulados ‘’ ¿Por qué los judíos no creen en Jesús?, la respuesta es fácil: por odio. El judío fariseo está educado en el odio ¿no lees lo que dicen de los gentiles?,¿de los que no creen como ellos? ¡Cómo desprecian a lo que no se adapta a sus inventos!

Pero nosotros tenemos como esencia el amor, así debe ser, por encima de todas las cosas. Por eso, cuando después de tiempo de convivencia, vemos que alguien no ha aprendido nada del amor al hermano, al cercano y al lejano, el sentimiento es de profundo dolor y desasosiego.

¿Qué hemos aprendido del Mashiaj? ¿Qué ha quedado del último Pesaj?

Es muy triste ver que se repiten situaciones de esa noche, y no hablo del servicio del mesías, no hablo de la entrega desinteresada, no hablo del sacrificio hasta el más alto grado de entrega. Hablo de la traición, de desprecio, de huida, de negación. Hablo de pisotear todo aquello que el Mashiaj se esforzó en enseñarnos.

Pero esa noche, aunque tuvo gran cantidad de enseñanza, quiero hablar de algo más que hizo. Quiero hablar de la última copa que tomó con nosotros.

Como bien es sabido, hay cuatro copas en la cena de Pesaj. Esto es así desde siglos antes del Mesías, ya que los rabinos establecieron un método docente e inspirador para transmitir las enseñanzas de forma contundente y didáctica, al objeto de que los jóvenes fuesen enseñados por los padres y así perpetuar el mandato:

Ex. 12:14: ‘’y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para el Eterno durante vuestras generaciones, por estatuto perpetuo lo celebraréis’’,

Estatuto perpetuo:

Jupat (estatuto): costumbre, decreto, ley, mandamiento, ordenamiento, rito, práctica, regla

Olam (perpetuo): eternidad, siempre, eternamente, eterno, mundo, sempiterno, para siempre, perpetuamente.

Las cuatro copas representan las cuatro promesas que se recogen en éxodo 6:6.

El Midrash Raba (Shemot cap 6) enseña que las cuatro copas de vino corresponden a las cuatro expresiones de redención: ‘’Por tanto, diles a los hijos de Israel: Yo soy el Eterno y os libraré de los trabajos forzados de Egipto y os salvaré de la servidumbre y os redimiré con brazo extendido. Y os tomaré como pueblo mío (Shemot 6:6).

Hablaremos de la tercera copa: la redención

Leer Marcos 14: 12-26

Es evidente que la celebración ha sufrido algunos cambios, pero lo importante, lo trascendente se mantiene:

Cordero, pan cenceño, hierbas amargas.

Ya estaba establecido el agua con sal y el hallel. Según lo escrito el Mesías introdujo algunas variantes: mojó la matzá en el agua con sal y no hay referencia de que bebiese la última copa. Al mojar el pan en agua con sal, vinculó su cuerpo (simbolizado en esa porción de matzá) con la aflicción que iba a sufrir (y que, por tanto, era necesaria para la redención).

Su aflicción descrita en Isaías 53:4-6, estaba representada por ese acto de mojar la matzá en lágrimas como símbolo de lo que estaba presto a ocurrir.

La ausencia de la cuarta copa podría hablarnos de un desenlace aún no cumplido:

El ‘’os tomaré’’ aún no se ha cumplido, la cuarta copa está por ser vaciada y cumplido su objetivo. La realidad reflejada en esa copa está por concluirse. Por eso, cuando bebemos la tercera copa ‘’la muerte del mesías anunciamos hasta que venga’’ Y eso haremos.

Si trascendente es la salida de Egipto, más aún la redención del Mashiaj. ¿y qué si es despreciado por algunos?

 Nosotros recordaremos su mensaje, su enseñanza y su obra.

No somos lo que somos por lo que creemos, sino por lo que el Eterno ha hecho por nosotros:

Nos sacó de Miszrahim, nos dio la Torá y nos redimió con el Mashiaj.

Es el Eterno, su misericordia con nosotros y la redención del Mashiaj lo que hace que seamos especiales a sus ojos. No importa la percepción de los demás, sino la del Eterno.

Pesaj sin el Mashiaj, está inconcluso, es pasado imperfecto. Y Pesaj ha de ser futuro perfecto. Pues Pesaj no nos habla del pasado, sino de lo que el Eterno hace y hará en nosotros cada día.

Con este espíritu tomamos el pan y el vino en esta celebración, en nuestra adoración como pueblo.

Shalom amados.