parasha, judaismo, devarim

¡Shalom, estimados!

En las múltiples entrevistas que mantengo suele repetirse una afirmación: “Dios me habla donde estoy” (en su iglesia, comunidad, parroquia, etc.)

 Y en esta dinámica, tienden a realizar una asociación de ideas: como el “Eterno les habla asistiendo a ese lugar en concreto, la presencia de Dios está allí”, o aún más: Dios no ve mal ese lugar y lo que se enseña en él.

Ni por un momento se plantean si es cierto que el Dío les habla, o si es su mente subjetiva, o el religioso de turno quien les manipula.

Quiero mostrarles algo y luego ustedes valoren si ese silogismo es válido o no.

Leamos Deuteronomio 1:1- al 7 (con eso nos vale)

Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, en el Arabá frente al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab.

Once jornadas hay desde Horeb, camino del monte de Seir, hasta Cades-barnea.

Y aconteció que a los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes, Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que el Eterno le había mandado acerca de ellos,

después que derrotó a Sehón rey de los amorreos, el cual habitaba en Hesbón, y a Og rey de Basán que habitaba en Astarot en Edrei.

De este lado del Jordán, en tierra de Moab, resolvió Moisés declarar esta ley, diciendo:

El Eterno, nuestro Dios, nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en este monte.

Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev, y junto a la costa del mar, a la tierra del cananeo, y al Líbano, hasta el gran río, el río Eufrates.

Una vez más, la traducción no nos deja ver el original y por tanto el mensaje correcto: Al otro lado del Jordán, no deberíamos entenderlo en término de lugares, sino en momentos o situaciones:

Arabá: Llanura

Frente a Suf: (caña) mar rojo

Parán: jactarse, jactancia

Tofel: caída

Labán: blanco (lepra)

Hazerot: estacadas, chozas, cabañas.

Di- Zahab: de oro (becerro)

Fue en estos lugares donde el pueblo de Israel recibió la revelación del Dío por boca de Moshé.

Fue en todos estos episodios, en los que el Eterno moldeó a su pueblo.

Jamás piensen que el hecho de que el Eterno les hable (o crean que lo hace), es sinónimo de que lo estén haciendo bien.

Dice la tradición farisea: “Los neviim (profetas) fueron mandados a los necios, no a los sabios”

Y esto nos hace preguntar: ¿pero había sabios?

“Todos se descarriaron, todos pecados, sobre todo los dirigentes, los reyes, los sacerdotes, los jueces”

¿Acaso no han leído la Torá?: Isaías 53:6 “todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino”

Jeremías 7:30-32

30 El Señor afirma: «La gente de Judá ha hecho algo que me disgusta: pusieron sus despreciables ídolos en el templo dedicado a mí, y lo profanaron. 31 En el valle de Ben-hinom construyeron el altar de Tófet para quemar a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les había ordenado y que ni siquiera me pasó por la mente. 32 Por eso yo, el Señor, afirmo que vendrá el día en que a ese lugar ya no lo llamarán Tófet ni Valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza. Y en Tófet enterrarán a los muertos, por no haber más lugar.

 

Una cosa es cierta: Los profetas nunca fueron enviados para adular, sino para corregir, para reprender. Para encaminar al que se había descarriado.

Por tanto, el Eterno nos encaminó aun siendo rebeldes.

Tuvo que tratar con nosotros durante 40 años por nuestros pecados y desobediencias. Esperar que esa generación se agotase, pues el amor a Egipto estaba ciertamente en su corazón. Añoraban todo lo que habían comido en Egipto: pescado, pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos.

Valoraban más esos productos de la tierra, que los dones del cielo. Lo que venía de los egipcios, que lo que venía del Eterno.

Y en ocasiones he visto que esa dinámica se reproduce:

  • Queremos lo gratis.
  • Valoramos aquello que no tiene valor espiritual, pero que satisface nuestros estómagos o llena nuestras cuentas bancarias, o engorda nuestro ego.

Ciertamente, lo que vivimos es sólo parte del proceso de aprendizaje.

Nuestra experiencia vivencial no es sinónimo de rectitud o corrección, es sólo nuestra percepción basada en nuestro subjetivismo. Quiero decir, que lo que para usted es válido, para otro no lo es necesariamente.

Recuerdo ese cuento corto:

“El león no es peligroso, el leopardo no es peligroso. Los verdaderos y terribles asesinos, son la gallina y el pato, le decía la lombriz a su hija”

Nuestras circunstancias hacen que los enemigos se perciban de forma diferente. Sus circunstancias son diferentes, su cultura es diferente.

Lo que para usted es pecado, para otro puede ser algo cotidiano y carente de connotaciones negativas.

Sólo una cosa es objetiva, la Torá. Y lo es porque es eterna y viene del Eterno.

Lo importante no fueron sus experiencias, sino la centralidad de la voluntad divina.

Por todos esos momentos y lugares, se dejó claro este mensaje: sólo somos pueblo del Eterno si guardamos sus mandamientos, como lo dijo también el Mesías.

¿Y lo aprendimos en todos esos lugares, porque esos lugares y sus circunstancias eran correctos? NO.

Sino porque el Eterno es misericordioso. Por eso nos mandó “escuchar”, y en medida de nuestro oír y hacer, es que somos su pueblo del Pacto.

Pueblo del Eterno, y fieles discípulos del mesías.

¡Afortunadamente los que oímos su voz, nos alejamos de la idolatría y de las mentiras de los hombres!

 

Berajot

Rabino Mijael Sofer.