¡Shalom, estimados!

El relato de esta semana es uno de los episodios más dramáticos y de grandes consecuencias en la historia de Israel. Por tanto lo es también del presente, pues el presente se edifica sobre el pasado. No podemos jamás entender lo que está ocurriendo en nuestra vida como algo desconectado del pasado. Ciertamente no podemos vivir anclados en lo que nos ocurrió hace años, porque no avanzaremos en nuestra vida. Pero también es verdad que sin meditar en el pasado no podemos aprender lecciones que nos hagan avanzar. Por tanto el equilibrio nos es necesario.

La porción de esta semana tiene unos actores estelares, digo bien: Estelares, porque sus papeles han traído cola de cometa (han brillado por un momento, de forma fatal y desaparecieron). Los protagonistas secundarios y necesarios son los llamados «meraglim» como se conoce en hebreo a los exploradores o espías.

Aquellos hombres son denominados con dos palabras que me impactan:

Nashi: Principal o príncipe, uno exaltado, juez.

Rashei: Autorizado, gente con autoridad.

Curiosamente, uno busca en el texto hebreo y encuentra » Anashim rashey» príncipes o principales con autoridad.

Algunas versiones de la Escrituras no hace caso a esta matización del texto,  matización importante.

 ¿Por qué fueron seleccionados?

Aquellos hombres fueron escogidos por condiciones concretas. No fueron seleccionados al azar o por ser los que más simpáticos le caían a Moshé, ni por favoritismo personal, ni por afinidad de ideas o fines políticos. Su elección fue basada en una cualidad importantísima.

Dicha cualidad estaba vinculada necesariamente con la labor que se les iba a encomendar. ¿Cual fue esa labor?:

Se les comisiona una labor delicada: infiltración, observación e información; ciertamente una labor de expía. Por eso debían ser la élite.

Para los que no conocen la terminología militar o los usos y tradiciones militares, pongo un ejemplo:

¿Cómo desfila la Guardia Real?: uniformes vistosos, caballos bien limpios y educados, las caras perfectamente rasuradas, sables relucientes, uniformes limpios y bien abrochados.

¿Cómo desfila le Legión? uniforme de campaña (de la guerra de áfrica) una cabra que anda libre por entre ellos, barbas de semanas fusiles o pistolas, camisa abierta y pecho descubierto, aire insolente y retador a la muerte.

¡Aquellos eran los hombres de élite del pueblo, los que debían ser los guías de la conquista, de las batallas, de los asedios y de las victorias!

¿Qué característica debían tener?

Se les escoge por su capacidad de esfuerzo, no de liderazgo como se entiende hoy. (Esforzaos:(veitjazaktem) de «jazak», fuerte, valiente, afirmar, animar, ayudar, fuerza, guiar, poderoso, prevalecer, resuelto, duro. La biblia de Jerusalém lo traduce como «tened valor».

Hoy,  el líder es el que ordena y dirige: pero para eso el Eterno había escogido a Moshe y a Aharon.

¿Qué significa ser líder?: Jefe de grupo, Persona que ejerce su autoridad sobre los miembros de un grupo basándose en la confianza que le otorgan.

Líder carismático Persona que ejerce una dominación sobre el conjunto de la sociedad, apoyándose en unas cualidades que le hacen aparecer como providencial.

Ellos fueron escogidos porque se esperaba de ellos la capacidad de sacrificio, eso es lo que se espera de un Nasi, de un principal.

No era misión suya la valoración de la información, ni la toma de decisiones.

Ellos no eran líderes como se enseña en algunas religiones.

Se esperaba de ellos la abnegación, la entrega, el sacrificio, el coraje, el valor, el ánimo, ser guías en la conquista (que marchasen a la cabeza), que fuesen duros.

Hay una canción de Carlos Goñi, que dice: «Cuando el mar se muestra en calma, todos somos capitanes, pero cuando se agiganta, nadie se agarra al timón»

Ellos, por desgracia no tenían la madera del que debe dirigir al pueblo.

¡Quizás valoraron el esfuerzo y el sacrificio y decidieron que la empresa no sería tan productiva!, no lo sabemos. Sólo sabemos sus palabras y su actitud derrotista.

Todos sabemos lo que pasó: El pueblo de Israel no estuvieron  a la altura y el Eterno quiso desecharlos. Quiso destruirlos y de los hijos de Moshé levantar un pueblo que cumpliese los mandatos del Eterno de llevar la Torá al mundo. Moshé intercede, no son aniquilados, pero ya el mal estaba hecho.

Todos somos llamados por el Eterno a ser como se esperaba de aquellos nasi: entregados y sacrificados. Si no somos así, no somos útiles para la empresa que Adonay nos demanda.

La promesa fue real, la tierra en verdad era buena (¿acaso pensamos que lo bueno debe ser gratis?, ¿estaría aquella tierra vacía?: sabemos que no, incluso había gigantes.

No seamos necios, mentalízate de quién eres y lo que se espera de ti.

Berajot

Rabino Mijael Sofer.