parasha, judaismo, balak

Shalom estimados:

La porción de esta Parashá tiene un pasaje un tanto extraño para la teología talmúdica. Volvemos a ver una enseñanza alejada de lo que dice el texto, y lo es porque siguen las enseñanzas de Rashí.

¿Quién era Rashí?, fue un rabino francés, nacido en Troyes, que vivió entre el siglo XI y XII de nuestra era. A él se debe gran parte de la enseñanza del judaísmo actual. Fue contemporáneo de Maimónides.

Así que, gran parte de la enseñanza ortodoxa, de hoy en día, no es lo que pone en el Talmud, sino lo que comentó este rabino francés. Entre  Rashí, José Caro y alguno más, fueron los que conformaron el tinglado doctrinal del judaísmo ortodoxo de hoy en día. Así que no sería muy acertado hacer caso a lo que se puede leer en esos círculos religiosos.

Pero volvamos a la Torá, que es el soporte de nuestra vida. Aunque se denomina Balak  esta porción, el personaje principal es Balaam.

¿Quién era Balaam? Su nombre significa “el dios amo del pueblo”.

¿Era profeta? NO. Era un adivino pagano (22:7) que funcionaba con el “poderoso caballero”. ¿Quién es ese poderoso? Bueno, es fácil descubrirlo. Suele estar detrás de muchos líderes religiosos, da igual la religión o la corriente que sea. Es el dinero. El mismo que corrompe el mensaje del Dío.

El rey de Moab buscaba su intermediación para destruir a Israel. Es importante que leamos el texto.

Este personaje es muy diferente de los neviim que encontramos sirviendo al Eterno.

¿Se comunicaba el Eterno con él, como con Isaías? La respuesta es contundente: No.

El Dío se comunicaba con sueños o visiones; este adivino utilizaba agüeros (24:1). La técnica de los augures.

Su dios era  Dagán, el dios del cereal, padre de Baal.  Así pues, sus augurios estaban destinados a los dioses cananeos de la fertilidad vegetal (22:4).

Pero quien responde a sus rituales paganos e idólatras, de adivinación, no es el “Baal” de los cananeos o “Dagán”, sino que el Elohim de Israel. Aparece en escena para dar un mensaje claro a los enemigos de Israel.

Es por eso que encontramos varios puntos importantes en este relato, que tienen un origen en el paganismo en Balaam.

 Podemos enumerar varios ítems:

  • A ver lo que Baal me dice.
  • No me deja.
  • Ni aunque me des toda tu casa.
  • No puedo desobedecer (lo iba a hacer).
  • El ángel (tu camino es perverso).
  • Ve, sólo habla lo que yo te diga.

Después de toda esta situación, Balaam se fue a su lugar y Balaak se fue por su camino.

¿Qué podemos aprender de este relato?:

Que no nos dejemos engañar por las apariencias. Hay muchos que se jactan de que son pueblo de Israel y sólo sirven a sus intereses y creen las doctrinas inventadas por ellos.

Que debemos obedecer al Dío sin vacilar. Da igual quién sea el enemigo, da igual qué intereses tenga o a quien sirva.

Que jamás debemos dejarnos seducir por nuestros deseos o apetencias. Nuestros intereses deben ser siempre secundarios.

Que jamás podremos cambiar la voluntad del Dío, y que jamás nadie podrá hacerlo. Algunos llevan enseñando durante 1500 años, que lo que los rabinos escriben de día, el Dío lo estudia de noche. Cuidado con a quien seguimos o qué creemos.

Que somos el pueblo de su pacto, Él nos hizo un juramento y nosotros hicimos un pacto. Esa es la base de nuestra judeidad, de nuestra pertenencia a Israel: la fidelidad al Eterno.

Y algo muy importante: Hasta los paganos aprenden que el Eterno nos cuida, que somos su pueblo. 23:20-23.

Amados, descansemos en nuestra confianza, que debe ser absoluta en el Dío que nos sacó y nos redimió.

Shalom

Mijael Sofer, PhD.