
Shalom estimados
Hemos finalizado el ciclo tradicional actual de las lecturas de las parashot. Uno de los grandes y terribles mensajes que nos dejó el final de la lectura fue: No añadas nada a lo dicho por el Eterno, tu Dío.
Iniciamos Bereshit y no puedo dejar de recordar y de leer, lo que algunos hombres religiosos, y en teoría temerosos del Eterno, con la Escritura.
No me refiero a la tergiversación farisea, de la que suelo hablar mucho, ni del catolicismo, me refiero a la introducción manipuladora del llamado verso invisible entre génesis 1:1 y 1:2.
Quizás la inmensa mayoría no sabe quien fue Cyrus Ingerson Scofield. Este protestante estadounidense fue el padre de una doctrina que ha dejado su poso en el credo evangélico. Es el padre de las referencias de muchas versiones protestantes y, por supuesto de la “Biblia anotada por Scofield”.
Entre sus muchos disparates interpretativos, se nota su carencia de conocimientos de hermenéutica, estaba la caída de Satanás entre Génesis 1:1 y 1:2. De esta forma encontraba explicación a algo que desconcertaba a millones de cristianos: el registro fósil.
No voy a profundizar en su obra, no es lugar, ni el momento, pero me quedo con una valoración:
Con qué facilidad, con qué ligereza nos tomamos la libertad de “ayudar” al Eterno cuando creemos que nosotros somos más listos o nuestra visión de las cosas, es más completa.
Bereshit nos habla del principio de todas las cosas. Pero sobre todo de quién es el principio de todo. Quién habla y crea, quién decide y se produce, quién ordena y todo obedece a su voluntad.
Si hay una característica común a toda la humanidad esa es la necedad. Somos unos ignorantes, y cuanto más lo somos, más sabios nos gusta aparentar.
Nos engañamos cuando creemos haber descubierto un secreto del Eterno: eso es imposible, nadie puede sondear las profundidades del Eterno. Deberíamos temblar ante la posibilidad de inventar o especular sobre los secretos que el Dío no nos ha querido revelar.
La historia de la humanidad es la muestra de la desobediencia del ser humano a la Torá (la instrucción de vida del Eterno para todos). Y me refiero en todos los aspectos, en el religioso y en la vida cotidiana.
Es fácil ver la rebelión en la historia de Israel, ¿pero somos capaces de ver la rebelión en nuestras vidas?
Ya conocemos el dicho que nos habla de la facilidad de ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el ojo propio.
Dejemos de introducir manipulaciones en la Torá, para nuestra conveniencia. Es el origen de los grandes pecados de la humanidad: justificar nuestra maldad por un supuesto bien superior. Nada hay superior a la voluntad del Eterno, pues es el bien absoluto.
Todo lo demás es manipulación, tal y como lo hizo Scofield con sus notas.
¿Tú también tienes notas en tu vida?
Shalom.
Rav. Mijael Sofer PhD.