Parasha, judaismo mesianico,Jayei Sarah

Shalom estimados:

 

La parashá de esta semana es una de las que ofrecen más juego a la especulación. Los cabalistas parece que disfrutan con esta porción. Lo cierto que es que su contenido, las palabras, parecen que están cargadas de subjetivismo, y eso hace que sean caldo de especulación.

De esta porción se enseña:

1) Que Sara fue la primera persona muerta en Israel (falso).

2) Que el cuerpo de Sara no se desintegró (cuerpo incorrupto).

3) En la cueva se reunieron Adam y Java, Abraham y Sara.

Bueno, y más desvaríos como estos.

Y es que en muchas ocasiones parece que lo importante es que no entendamos que es lo que quiere el Eterno de nosotros, consiguiéndolo con un ejército de sin sentidos adornados de sabiduría oculta, que no son nada más que necedad manifiesta.

Cuando los que deberían ser sabios en la Palabra del Eterno la desconocen, su enseñanza es inventada!!

Pero volvamos a Sara:

Dice el texto que los años de Sara fueron 127. Lo desconcertante (o significativo) es que pareciera que se trata con más detalle la muerte y sepultura de Sara que su vida. ¿Acaso es así?

¿Fue la vida de Sara una vida sin sentido? La respuesta es NO.

En la sociedad (mundo) que nos ha tocado vivir se entiende que lo verdaderamente importante de la vida es: ¡Vivir muchos años! (se intenta prolongar la vida artificialmente).

Había un anuncio de un periódico que recogía en la portada ¡viviremos 100 años!.

¿Es realmente eso lo importante?, ¿vivir muchos años?

Todos nacemos (con lo que conlleva).

Crecemos (andamos, jugamos, lloramos, vamos al colegio, aprendemos).

Reproducimos (nos enamoramos desde temprana edad, nos casamos (o no), tenemos hijos, los vemos crecer, los casamos).

Morimos (cuando ya nuestro cuerpo no puede más, o los avatares de la vida la truncan, morimos y dejamos este mundo).

Todos pasamos por ese proceso, con más contenido o menos, pero no varía en su desarrollo. Y en este proceso, no es importante los años que has vivido.

Si no, qué has hecho con tu vida, o lo que has hecho en tu vida.

No es importante los 127 años de Sara, sino el contenido de su vida:

Salió de Ur, dejando atrás todo y fue fiel al Eterno (qué difícil es eso de dejar todo atrás por obedecer al Eterno). ¡¡Quizás nos deberíamos plantear qué es lo que estamos dispuestos a dejar atrás para cumplir los planes de Adonay!!! o si nuestros planes u objetivos son en verdad lo que el Eterno quiere de nosotros.

Dejó familia, hogar, comodidad, posición social, calidad de vida. Todo eso lo cambió por vagar en una tierra desértica, vivir en tienda de camellero, toda su vida de un lado a otro. Peligro su vida en muchas ocasiones y tuvo que tragarse los sapos de acostarse con faraón para sobrevivir.

Y pareciera que lo único que consiguió en su vida, después de tanto vivido: fue una cueva, ni siquiera un sepulcro de los más escogidos…. una cueva en un campo!!

Pero la realidad no suele coincidir con las apariencias.

Si Abraham tuvo éxito en su vida, fue porque Sara era su apoyo y colaboradora. Las promesas de Abraham también la incluían a ella. Las angustias también eran para ella. Los peligros también, o más aún.

Lo importante de nuestra vida no es que vivamos muchos años. Lo importante es que vivamos los años que vivamos (depende del Eterno), hagamos aquello que el Eterno demanda de nosotros (depende de nosotros).

La vida del Mesías fue de 33 años (en esta tierra), pero en esos pocos años (los últimos) su vida dio sentido a la vida de millones de personas. Su entrega ha sido y es un referente. Su sacrificio inspirador. Su obra admirada. Su enseñanza transformadora.

No creamos que la vida de Sara no fue importante. Un punto y final en el verso no finiquita su legado. Tampoco debe hacerlo en nuestras vidas.

Si nosotros vivimos nuestra vida con la característica de una piedra: durar milenios, habremos malgastado las oportunidades que el Eterno nos dio. En cambio, si enfocamos nuestra vida en vivir en la voluntad del Eterno, nuestra vida tendrá sentido, será fructífera, dejarás un legado profundo.

La muerte no es final, ni nuestros intereses el centro de nuestra vida.

Vivamos con el ejemplo claro de Sara en nuestras vidas.

Al día de hoy la bendición a nuestras hijas empieza por ella: que Adonay te haga como a  Sara…

No lo olvidemos.

 

Rab. Mijael Sofer PhD.