Shalom estimados:

Es una percepción generalizada que las grandes cosas se consiguen con grandes acciones. Pero eso no es la realidad.

Grandes descubrimientos arqueológicos comienzan con encontrar una piedra, aparentemente sin valor.

Las grandes amistades se inician con un encuentro casual y sin importancia.

Los grandes amores, con un café como testigo.

Y un papel fundamental en la humanidad, con un cántaro de agua como colaborador necesario.

Quizás Rebeca se lamentó muchas veces de su vida y su destino insignificante. ¿Qué pensamientos pasarían por su mente cada día al atardecer, con ese cántaro carente de emociones, como  compañero de viaje?

Si hubiera vivido en España, en esta época, habría escuchado muchas veces que “se te está pasando el arroz” (no había tenido ni un sólo novio serio).

¿Cuál era su futuro? Como multitud de días, fue a sacar agua del pozo, sin saber que esa acción sería la que la identificaría como la persona apropiada para compartir la vida con el elegido de Adonay.

El cántaro pesado e incómodo, fue la herramienta necesaria. Y un extraño se convirtió en una persona fundamental en su vida.

Hagas lo que hagas, hazlo como si fuera en ello tu futuro. Lo más insignificante, como si ello fuese la esencia de tu personalidad. Hazlo todo como si tu prójimo fuera el soberano de la tierra.

No te quejes, no dudes, espera y confía.

De las cosas pequeñas, surgen sucesos grandiosos.

Te lo digo por experiencia.

 

Rab. Mijael Sofer PhD.