¡Shalom, estimados!

¿Es la Torá un libro, compendio o listado de preceptos religiosos?: NO.

¡La Torá es un código de conducta, una forma de vida! Para el religioso todo gira entorno a doctrinas y creencias. Para el siervo del Eterno, aquel que forma parte de su pueblo (y sólo hay uno) su vida (no lo que cree) gira, se mueve, discurre en torno a la voluntad del Eterno.

La Torá está llena de normas de conducta, para crear una sola forma de vida, criterios de actuación encaminados a hacer de nuestra vida una proyección del amor del Eterno en los hombres.

Una de esas normas está recogida en Levítico 19:32

“En Presencia de las canas te pondrás en pie, honrarás la presencia de un anciano, y de tu Dío tendrás temor. Yo, el Eterno.” 

Levantarse ante la presencia de cualquier persona es ciertamente una señal de reverencia y respeto.

Cum es junto a Hishtajavá dos palabras que nos hablan de reverencia: una se traduce como levantarse, la otra como postrarse. ¿Por qué el Dío ordena que precisamente una persona “anciana” debe ser reverenciada?

Poco hay en el mundo que se compare a la “experiencia”. A medida que una persona envejece, atraviesa distintos tipos de experiencias que ni todo el dinero del mundo pueden comprar. Todas las decisiones que tomamos están basadas en nuestras experiencias de vida. Por lo tanto, una persona anciana, no importa quién sea o qué haya hecho con su vida, siempre tendrá más experiencias de vida sobre las que basar sus decisiones, opiniones y acciones.

Ciertamente esto no significa que las personas mayores siempre saben la respuesta correcta o que siempre pueden dar el mejor consejo. Sin embargo, las personas mayores tienen algo que una persona joven simplemente no tiene: La perspectiva y las poderosas ideas que los años de vida en este mundo le han dado.

Y si os habéis dado cuenta y habéis prestado atención, he dicho: Poco hay en el mundo que se compare a la experiencia. Hay algo que la supera y eso es la humildad.

Moshé fue elegido por su humildad.

Josué fue escogido por su humildad.

Shaul fue escogido por su humildad.

No lo fueron por sus conocimientos, sus riquezas, su agradable aspecto, su facilidad de palabra o sus doctrinas.

Como judíos debemos tener claro que un líder es algo muy distinto de lo que nos rodea en el mundo. Los líderes políticos se escogen por sus cualidades de oratoria, Moshé no fue escogido así.

Un líder judío es escogido por razones diferentes: Por su humildad. Y eso se descubre por la ley de lo inverso: Ninguno está interesado en ese cargo o trabajo.

“Eso es lo que los hace las personas apropiadas para desempeñar ese trabajo tan importante y tan ingrato”

“Hay millones de posibles candidatos a líder que no sabrían diferenciar este servirse a sí mismos y servir al pueblo”

El deseo de poder y el deseo de honor son dos de las fuerzas más poderosas que hay en el mundo, y es muy fácil ser seducido por ellas.

Por eso, cuando yo escojo a una persona y delego en ella, lo que prima es la humildad. No es importante las doctrinas que maneja, debe ser un buen judío. Una persona temerosa del Eterno. Pero todo lo demás es secundario.

¡He visto a tantas personas darles una responsabilidad y transformarse!

Y es que la sabiduría popular es una regla casi infalible: ¡si quieres saber cómo es Pablito, dale un carguito!

Pero tan importante cono tener a una persona humilde y entregada al Eterno, es tener un pueblo que reconozca esos valores.

Si un pueblo, un grupo de gente, entiéndase una kehilá, no reconoce o valora las cualidades o el trabajo de esas personas: son unos necios, ignorantes, faltos de entendimiento.

Es la forma de ser lo que es importante, cómo te comportas. ¿Sabes por qué?: “porque lo importante es tu prójimo y no tú” El canoso, el que te cuida, el que te ama. El que te enseña.

Que Adonay toque nuestro corazón y el cuello. Para valorar a quien nos sirve y aconseja.

Berajot

Rabino Mijael Sofer.