
Shalom estimados
La Parashá de esta semana tiene un título que, ya en sí mismo, es una declaración de intenciones: “Al final”. Contiene esta porción semanal la historia de José como intérprete de los sueños de Paró. Una historia apasionante que nos deja “ojipláticos” al analizar con detenimiento y contrastando de forma sosegada (como debería ser siempre) el contenido de la Torá.
La semana pasada abordamos la historia de un muchacho de 17 años: vendido, esclavizado, odiado, acusado injustamente, encarcelado.
Esta semana, aquel muchacho pasa de ser un reo convicto, a ser el salvador del Imperio Egipcio. ¿Cómo es posible?
Lo cierto, lo humanamente comprensible, es que si nos acercamos a la vida de José sin el “factor” Dío, nos encontramos a un muchacho con pocas expectativas de éxito, abocado a la muerte en cualquier momento, sin futuro y sin esperanza alguna. Creer algo más que eso sería ser un gran ingenuo.
La vida nos trae momentos terribles y descorazonadores. Cielos negros con nubarrones como el carbón. Así era la vida de este muchacho, pero además, lo que le sucedía iba de mal en peor. Cuando parecía que iba a estar un poco mejor, la cosa se torcía nuevamente en su vida.
Pero si pensamos así, se nos olvidan dos cosas muy importantes:
A/ Me refiero en primer lugar al factor “Dío”. Nunca, jamás, en ningún sólo instante el Eterno abandona a los suyos. Mira hacia atrás en la historia de Israel y medita sobre ella. ¿Se ha olvidado el Eterno de su pueblo? De ningún modo, en ningún momento.
B/ El otro factor importante es: jamás debes valorar la carrera cuando aun estás dando zancadas. Ni sabes la resistencia de tus fuerzas, ni sabes el estado físico del oponente. Sólo puedes valorar tu carrera cuando hayas cruzado la línea de meta.
No era importante el principio de la vida de José, sino “el final”. Y al final (miketz) el Dío de Israel lo ensalzó de tal manera que fue imprescindible para la subsistencia de dos pueblos, Egipto y el suyo propio.
No seamos de aquellos que se cansan a los dos metros de la carrera de la vida, ni de los que sólo ven nubes negras. El tardó años en ver de una manera notoria la bendición del Eterno.
¡Ánimo y esperanza, pues aun sigues en la carrera!
Espera en el Dío.
Shalom.
R/ Mijael Sofer PhD