Shalom estimados:

La parashá de esta semana se ha nombrado con la palabra hebrea “mishpatim”, que significa reglas o normas. No normas para salvarse, como los necios creen, sino para vivir. La porción de esta semana, contiene una de las aseveraciones más importantes del pueblo de Israel. La verdad es que, en este aspecto, las parodias de Julius Henry Marx vienen a la medida: “estos son mis principios, sino le gustan: tengo otros”.

Y es que como pueblo fiel hemos dejado mucho que desear.

Lo demostraré: En Éxodo 24 está recogido lo que podemos denominar la sangre del pacto (porque habla de eso). Pero también recoge algo muy importante: dos afirmaciones y compromisos del pueblo.

Verso 3: Cumpliremos todas las palabras que el Eterno ha hablado.

Verso 7: Cumpliremos y obedeceremos todo lo que el Eterno habló.

Pero la verdad fue otra como todos sabemos.

Después de estas afirmaciones tan rotundas, mientras Moshé recibía la Torá, el pueblo que nos precedió en el tiempo, hizo una imagen idolátrica y la identificó con el Eterno.

Lo mejor que se puede hacer para descubrir a un mentiroso es escucharle. Escuchemos lo que dicen los fariseos:

El final de esta parashá contiene la famosa declaración de lealtad a la Torá que hizo el pueblo judío:

 “Todo lo que Adonay ha dicho, naasé venishmá ‘haremos y escucharemos’” (Shemot 24:7).

En respuesta a esta declaración, Hashem comparó al pueblo judío con los ángeles, preguntando: “¿Quién les reveló a Mis hijos esta expresión secreta, usada sólo por los ángeles celestiales?” (Shabat 88a).

Cuando Dios les ofreció la Torá a las naciones no judías, la respuesta fue bastante diferente. El Midrash (Sifrí, Devarim 343) dice:

Cuando Dios quiso entregar la Torá, se reveló no sólo al pueblo judío, sino también a todas las otras naciones del mundo.

Primero Dios fue donde los hijos de Esav. Les preguntó: “¿Aceptarán mi Torá?”. Ellos contestaron: “¿Qué está escrito en ella?”. Dios respondió: “No asesinarás”. Ellos contestaron: “Amo del universo, esto va en contra de nuestra naturaleza. Nuestro padre, cuyas ‘manos son las manos de Esav’ (Bereshit 27:22), nos llevó a apoyarnos sólo en la espada, porque su padre le dijo: ‘Por tu espada vivirás’ (Bereshit 27:40). Entonces, no podemos aceptar la Torá”.

Luego Dios fue donde los hijos de Amón y Moav y les preguntó: “¿Aceptarán mi Torá?”. Ellos dijeron: “¿Qué está escrito en ella?”. Él respondió: “No cometerás adulterio”. Ellos contestaron: “Amo del universo, nuestro origen mismo es de adulterio, como está escrito: ‘Así, las dos hijas de Lot concibieron de su padre’ (Bereshit 19:36). Entonces, no podemos aceptar la Torá”.

Luego Dios fue donde los hijos de Ishmael. Les preguntó: “¿Aceptarán mi Torá?”. Ellos dijeron: “¿Qué está escrito en ella?”. Él dijo: “No robarás”. Ellos contestaron: “Amo del universo, nuestra misma naturaleza es vivir sólo de lo robado y lo adquirido con violencia, como está escrito respecto a Ishmael: ‘Y él será como un asno salvaje: su mano estará, sobre todo, y la mano de todos sobre él’ (Bereshit 16:12). No podemos aceptar la Torá”.

 

No hubo nación a la que Hashem no se acercara, golpeando a la puerta, por así decir, y preguntando si estaría dispuesta a aceptar la Torá. Finalmente, después de haber sido rechazado por todas las demás naciones, Hashem se acercó a la nación de Israel, quien dijo: “Naasé venishmá, ‘haremos y escucharemos’” (Shemot 24:7).

 

Esta enseñanza es una de las más estúpidas y falsas, ¿por qué?, es sencillo:

En Éxodo 24:18 dice que después de estas afirmaciones del pueblo, Moshé entró en la nube, que estaba en el monte, 40 días y 40 noches. En ese tiempo recibió la Torá, pero cuando bajó se encontró al pueblo adorando al buey Hepu (el toro sagrado egipcio, llamado Apis en griego) (capítulo 32).

¿De qué estamos hablando?, de un pecado demoledor: la soberbia.

En hebreo gaón (grandeza, majestad, altivez, arrogancia, orgullo, orgulloso, soberbio). Viene de “gaá” levantarse, engrandecer, alzarse, etc.

La primera vez que aparece en el Tanaj es en Levítico 26:19

Curiosamente el termino Gaón se ha utilizado y se usa aun, para referirse a personajes importantes del judaísmo fariseo:

Por ejemplo el Gaón de Vilna, enemigo de Schneur Zalman de Liadí, fundador del jasidismo.

El Tanaj es claro al respecto: Las distintas palabras hebreas reflejan un profundo arraigo en la naturaleza humana de la soberbia y la arrogancia, pues están relacionadas con términos como presunción, vanidad, vana jactancia y altanerí­a.

La soberbia hace imposible que se tenga una perspectiva correcta con respecto tanto de Dios como del hombre.

Engaña al corazón (Jeremías 49:16) “La soberbia de tu corazón te ha engañado”

Provoca contiendas (Proverbios 13:10) “Con la soberbia sólo se provoca contienda”

y destrucción (Proverbios 16:18). “antes del quebrantamiento viene la soberbia, y antes de la caída, la altivez de espíritu”

Adonay se opone a los soberbios 3:34 “Ciertamente a los escarnecedores escarnece y da gracias a los humildes” (El Dío resiste a los soberbios y da gracia a los humildes)

Lo terrible, verdaderamente terrible, es que uno empieza a creerse mejor que los demás humanos, y en esa simulación termina creyéndose su propia mentira y se comporta igual ante el Eterno.

Justificando su pecado, su maldad, creyéndose superior y santo a sus propios ojos.

Por eso debemos cuidar mucho nuestras palabras, pues reflejan lo que hay en nuestro corazón. Analiza lo que dices y como lo dices, y por supuesto, no pueden tener doblez.

Tus palabras son vinculantes de forma total (no puedes ignorarlo) es hipocresía. Vuestro sí: sí, el no: no.

Tus palabras te atan a tu hermano y lo más importante: al Eterno.

Piensa lo que dices. Analiza lo que los demás oyen de tu boca

Jamás caigas en la arrogancia, la soberbia y la presunción de los que llenaron el mundo con la falsedad del Talmud.

Recuerda hermano las palabras del rey Shelomo:

Prov. 16:6 “Por la misericordia y la verdad se expía el pecado, y mediante el temor de Adonay se aparta uno del mal”

Reflexionemos