parashá, judaismo, nitzavim

Shalom estimados,

 

La porción de esta semana tiene un mensaje personal para ti (usted). Lo lógico y normal, es que cuando uno lee la Torá (o cualquier otro documento antiguo que proyecte una enseñanza) lo contextualicemos. Si no lo hiciéramos, no tendría una verdadera aplicación en nuestra vida. Quedaría sólo como el relato  de algo que le ocurrió a Moshé, a Yacob, etc. Por eso es una prioridad que contextualicemos: ¿qué me demanda el Eterno, en base a lo leído?

Quizás esta práctica la deberían hacer de forma asidua, aquellos que manipulan la Torá. Si fueran conscientes de las consecuencias de la desobediencia (estás últimas porciones no hablan de otra cosa), no enseñarían que ahora es el principio de año. Tal cosa nunca lo dijo el Eterno. El nos enseñó, nos ordenó, que el mes de abib es el principio de año para nosotros, y que este mes que entra es el séptimo. Si tuvieran temor del Dío, no habrían seguido (y aun siguen) el calendario de Babilonia.

El texto de esta semana nos habla de que “Todos estamos en la presencia del Dío”, más adelante nos deja una enseñanza que debería hacernos temblar a más de uno: “No solo hago este juramento con vosotros”. La Torá no obliga únicamente a los que estuvieron en el desierto, sino a todos y cada uno de los que hemos leído, entendido, y comprometido con Adonay. Por eso no hay, ni habrá excusa que valga. No debemos obediencia a religiosos, religiones, líderes o contextos sociales. Somos Israel y nuestro pacto es con él y su juramento es con nosotros. Entonces ¿Qué hacemos festejando un Akitu judaizado?

Pero no sólo es esta la cuestión. En muchas ocasiones he definido esta aceptación de lo babilónico, como la “Ponzoña babilónica”. Lo hago en el sentido de que envenena nuestra vida, nuestra fe y nuestra alma. Me han llamado y escrito, en varias ocasiones, los filobabilónicos insultándome y despreciándome. El veneno de la pagana Babilonia les ha infectado su mente. Creen agradar al Eterno y practican ritos terribles.

No es nuevo: el verso 18 y 19 (cap. 29) asocia apartarse del Eterno, desobedeciéndole, con raíces de amargura (hiel a ajenjo).

Si eso es lo que hay en tu mente, si eso es lo que proyectas. Si hay rencor, ira, desprecio, falta de empatía en ti. Párate (nitzavim), porque estas alejado del Dío que te reclama para que le sirvas.

 

Shalom.

R, Mijael Sofer PhD.