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Shalom estimados.

La porción de esta semana tiene el título de una palabra denostada y aborrecida en la sociedad que nos rodea. Es una palabra incómoda para millones de personas, sobre todo para la juventud. Es: ordena.

Escucho con asombro cómo los adolescentes que van a los institutos de este país se burlan, desobedecen a los profesores, incluso los insultan y amenazan.

Desconocen lo que es la disciplina, el respeto y el orden.

Te ordeno, es una expresión que nunca utilizará un profesor, porque no es parte del sistema educativo.

En cambio, en el sistema educativo del Eterno, es una expresión que encontraremos multitud de veces.

El Eterno nos ordena. Para el “temeroso del Eterno” es una expresión anhelada. Porque el Eterno al que ama dirige y enseña. Nos ordena cumplir mandamientos de vida.

Nunca su palabra nos puede causar mal, ni es deficiente o imperfecta. Como decía Saulo es “santa y el mandamiento justo y bueno”

Pero para el que es un mero religioso, es una palabra que no desea oír. Lo mismo que temor, obediencia, ley, o mandamientos.

Para muchos religiosos su fe es sólo un medio para conseguir sus anhelos. No importa lo que el Eterno demanda, sino lo que él desea. Hace ya siglos que asesinaron la Torá con el puñal infame de una “gracia” de origen pagano (investiguen en ello).

Su fe se convierte en un show tres veces por semana. Un show alimentado por la emoción, pero no por el amor al Eterno. Pues si fuese el amor al Eterno su alimento, guardarían sus mandamientos.

Les sugiero que reflexionen en el verso 13 del capítulo 6. El fuego debía arder sin extinguirse, la mejor analogía de lo que debe ser el amor al Eterno, el temor al Eterno y la obediencia al Eterno.

Si alguna vez oíste que no hay que guardar los mandamientos del Eterno, sal corriendo de ese lugar y de esa compañía.

Recuerda lo que está recogido en el Salmo 119:21 “Malditos los que se desvían de tus mandamientos”

¡Que tu fuego nunca se extinga!

Berajot.

Rab.  Mijael Sofer PhD.