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Shalom estimados.

 

 La parashá de esta semana nos habla de la consagración de Aarón y sus hijos.

Ellos debían tener una vida dedicada a interceder ante el Eterno por el pecado de sus hermanos.

Ni era algo secundario, ni algo que cualquiera pudiese hacer.

Recoge el texto todos los tipos de ofrendas y el proceso para realizarlas. El Dío lo califica como Kodesh kadoshim, transmitiéndonos, de una manera indudable, la importancia de aquello que iban a realizar.

Nosotros, como humanos imperfectos, muchas veces nos olvidamos de aquello que en un determinado momento, era importante para nosotros. No era posible en este caso, pues la ceremonia de consagración duró 7 días con sus noches.

En alguna ocasión he afirmado que sería muy importante para nosotros llevar un registro escritural de las bendiciones del Eterno en nuestra vida, de aquella tefilá contestada por su misericordia, o de aquel compromiso que realizamos.

Aquella ceremonia de consagración estaría en su recuerdo de una manera imperecedera. Nuestro compromiso de vida, con el Dío de Israel, debería estarlo también. Firme, inamovible, seguro, inmutable. Compromiso de consagración y de obediencia al Eterno, manifestado en un escrupuloso cumplimiento de la Torá que se nos dio en el Sinay.

Reflexiona en ello, en los años que has caminado desde tu decisión de obedecerle. Y si no lo haces (obedecerle), o has dejado de hacerlo, haz teshuvá. Da un giro de 180 grados, y toma el camino de la vida.

Hazlo hoy mismo, ya estás viendo lo rápido que nos cambia la vida. Un día estas de vacaciones, disfrutando, y al día siguiente puedes ser un refugiado o una víctima de la maldad en estado puro.

 

Berajot.

Rab.  Mijael Sofer PhD.