parashá, judaismo, vayejí

Shalom estimados

La parashá de esta semana nos aporta mucha información de José y de Israel. Pero de forma indudable es el fin terrenal del Israel hombre.

Mucho texto explicándonos la vida de Israel, desde su nacimiento hasta su defunción. Su final como persona mortal nos lleva a aquel suceso que cambió su vida. El episodio vivido unas horas antes del encuentro con su hermano Esav.

Sé que muchos no se habrán dado cuenta de lo que digo, al leer el texto en cualquier idioma que no sea hebreo. Cualquier biblia cristiana o traducida al español por editoriales judías, nos hablan del encuentro de Jacob con un ángel en Peniel. Bueno, tengo noticias diferentes: no es como lo versionan, si lo tradujeran con fidelidad y honradez (y no según su teología) descubriríamos otra cosa que nada tiene que ver.

Descubriríamos un hecho paralelo a lo que recoge el texto de esta semana: un juramento.

La forma de jurar, de escenificar un juramento solemne e inquebrantable, era colocando la mano en los testículos del que demandaba el juramento. Por la crudeza del texto y la mojigatería de los religiosos en la actualidad, se sustituye por un eufemismo: colocar la mano debajo del muslo.

Aquel hombre extraño para Jacob, pero enviado por el Eterno, con un mensaje para Jacob, le hizo un juramento de este tipo: y el Elohim sus padres fue fiel. Ahora él demandaba el mismo acto a su hijo.

Su vida como Israel, pues en aquel hecho su nombre fue cambiado, comenzó con un juramento, sus últimos días se concluyen con otro juramento.

En aquel suceso se cambió su nombre: suplantador, por el de Israel: Elohim es fiel. Y esa fidelidad la demostraría hasta después de su muerte: llévame con mi padre a la tierra que Elohim nos dió.

Esa es la gran enseñanza de la vida de Israel: Adonay es fiel. Yacob fue fiel (Israel), y nosotros, si somos Israel, debemos ser fieles al Eterno, a nuestros hijos y a nuestros padres.

Fidelidad, debería ser sinónimo de Israel.

¿Podemos interpretar juramento como consagración? Por supuesto, estamos consagrados al Eterno con un juramento de serle fiel cada día de nuestra vida, incluso con nuestro legado después de muertos.

No lo olvidemos.

Shalom.

 

R Mijael Sofer PhD