Shalom estimados
La Parashá de esta semana contiene instrucciones muy importantes de Moshé. Ya están a las puertas de Eretz Israel y necesitan las últimas instrucciones de vida.
Si nosotros supiéramos que esta semana es la última de nuestra vida, ¡cuántas cosas haríamos con esmero, dedicación y excelencia!
Quizás a algunas personas les diríamos lo mucho que significaron para nosotros a pesar de los años sin vernos. A otros les pediríamos perdón por que hicimos un drama de algo estúpido y sin trascendencia; a otros les diríamos lo mucho que les amábamos, aunque nunca fueron conscientes. Y a otros les daríamos recomendaciones que serían las claves de una vida feliz y dichosa delante del Dío.
A esto último me quiero referir. Moshé les conocía muy bien, sabía de sus flaquezas, de sus pecados, de las desidias, de sus ingratitudes, de su elección, de su privilegio como pueblo, de su futuro, y por eso necesitaban palabras que fueran un referente a la hora de vivir.
Devarim recoge una afirmación que es como una losa en nuestra vida: No podéis seguir haciendo lo que hemos hecho hasta ahora, cada uno hemos hecho lo que nos ha parecido recto ante nuestros propios ojos:
Lo ta’asun kejol asher anajnu osim poh hayom ish kol hayashar be’eynav.
Hubo un tiempo en que, debido a nuestro contexto vivencial, el Eterno, en su misericordia, nos pasó por alto necedades y pecados. Pero habiendo entrado en su tierra, ya no era posible tal actitud por nuestra parte.
Así es cuando somos conscientes de quiénes somos y a quién servimos.
Es importante en esta reflexión, ver que el contexto de esta afirmación es cuando Moshé nos habla de que el Eterno escogerá un lugar dentro de nuestras tribus. Sólo a ese lugar y en la forma que el Eterno diga, es que iremos y ofreceremos adoración.
No hay lugar para nuestro parecer, ni para nuestra valoración de las decisiones.
La característica indiscutible del judío es el sometimiento de su voluntad a la del Eterno.
Reflexionemos.
Rab. Mijael Sofer PhD.