Shalom estimados:
La porción de la Torá que corresponde a esta semana está llena de contenido muy importante. Se inicia con el retorno de Yacob y su nutrida familia, después de solucionar el problema con el infame Laván.
¿Quién no ha escuchado el refrán castellano de “salirse de Málaga y meterse en Malagón”?, pues esa debió ser la sensación de Yacob cuando se enteró que su futuro se tornaba oscuro.
Lo cierto es que vemos en el texto que entró en pánico cuando fue informado de que su hermano se dirigía a su encuentro. Y de este texto podemos sacar una gran enseñanza para nosotros.
¿Cuántas veces hemos tomado una decisión equivocada por no ser capaces de discernir lo que en realidad estaba pasando? O quizás lo que estaba a punto de suceder en nuestra vida por tomar las decisiones menos apropiadas.
Ciertamente Yacob estaba obedeciendo al Dío al regresar, pero eso no significaba que iba a estar exento de problemas, problemas reales (con su suegro) y problemas imaginarios con su hermano. Y como muchas veces ocurre en la vida, lo que nos pasa resulta ser de bendición.
Podemos leer con cuidado, detalladamente, todo lo que ocurrió aquella noche (seguro que no lo entenderemos bien), y percibir toda su angustia. Lo que empezó a oscuras y con mucha tensión, se tornó en el gran momento de quien dejó ser Yacob para convertirse en Israel.
Este texto nos ofrece una gran información: tal como eres no es suficiente. Tu manera de implementar la religiosidad en tu vida no sirve para nada importante. Si acaso, para auto engañarte de lo sabio, inteligente, buena persona o religioso que eres.
Miremos el mundo: ¿acaso la religión es algo nuevo?, ¿no lleva aquí desde los orígenes del hombre?, ¿por qué no hay un mundo sin guerras, sin hambre, sin maldad?
La respuesta es contundente: sólo si nuestro referente es la Torá (que bajo del Cielo) podremos hacer un mundo mejor.
Ya sabemos de lo que somos capaces los hombres, dejemos que el Eterno cambie nuestra vida como cambió la de Yacob. No es nuevo, ya se lo dijo Yeshúa a Nicodemo: “Te es necesario nacer de lo alto”.
La religiosidad, entendida como una estructura religiosa y edificada sobre doctrinas amañadas, retorcidas o textos corrompidos, no puede cambiar nada.No puede hacer un mundo mejor, no puede elevar la humanidad por encima de las bestias.
Tomemos ejemplo de Yacob y dejemos que la voluntad divina (la Torá) nos transforme en ejemplos de la fidelidad divina (Israel).
Berajot
Rab. Mijael Sofer PhD.