Si nos diese por hacer una encuesta y preguntar: ¿Cuál es la plegaria más repetida?, las respuesta es lógica: La Shema.
En la porción de esta semana, la encontramos en el capítulo 6, verso 4.
La recitamos tantas veces, a los largo de toda nuestra vida, que quizás hemos dejado de ver con claridad lo que el Eterno nos quería decir.
En las múltiples entrevistas que mantengo suele repetirse una afirmación: “Dios me habla donde estoy” (en su iglesia, comunidad, parroquia, etc.)
Y en esta dinámica, tienden a realizar una asociación de ideas: como el “Eterno les habla asistiendo a ese lugar en concreto, la presencia de Dios está allí”, o aún más: Dios no ve mal ese lugar y lo que se enseña en él.
Haftará Isaías 49:1-26 – Isaías 51:1-23.
Shalom estimados.
Haftará –
Shalom estimados.
Si nosotros supiéramos que esta semana es la última de nuestra vida, ¡cuántas cosas haríamos con esmero, dedicación y excelencia!
Quizás a algunas personas les diríamos lo mucho que significaron para nosotros a pesar de los años sin vernos. A otros les pediríamos perdón por que hicimos un drama de algo estúpido y sin trascendencia; a otros les diríamos lo mucho que les amábamos, aunque nunca fueron conscientes. Y a otros les daríamos recomendaciones que serían las claves de una vida feliz y dichosa delante del Dío.
Haftará –
Shalom estimados.
Pero la parashá de esta semana (jueces/shofetim) es de esas que tiene contenido eterno y fundamental. Voy a meditar sobre los primeros versículos, del capítulo 16:18-22.
Haftará –
Shalom estimados.
¿Cuál es el verso clave?: así quitaras el mal en medio de ti
Una vez hayamos leído la porción, aprenderemos:
Que envilecer es pecado.
Que humillar es pecado.
Que la opresión es pecado.
Que la usura es pecado.
Que la avaricia es pecado.
Que el cohecho es pecado.
Que la inmisericordia es pecado.
Que no cumplir las órdenes de Adonay es pecado.
Haftará –
Shalom estimados:
La porción de la Torá de esta semana contiene un texto que todos nosotros
debíamos recitar una vez al año. Es el texto que acompañaba a la ofrenda de
las primicias. Con la cesta en nuestro hombro, llena de las primicias del fruto
de la tierra que Adonay nos dio, debíamos recitar el contenido de
Deuteronomio 26:3-10.
Haftará –
Shalom estimados.
Haftará –
Shalom estimados.
Coincide esta parashá con el tiempo intermedio entre Yom Teruah y Yom haKipurim, y sobre ellas ilumina como si de un astro solar gigantesco se tratase. Y aun así, el mundo judío, heredero del fariseísmo, está ciego totalmente.
No se refirió Moshé a la gran espiritualidad del pueblo judío, ni a su fidelidad incuestionable, ni a los sufrimientos injustos por parte de los goim, por ser el pueblo receptor de la Torá.
Haftará –
Shalom estimados.
¿Cuántas palabras encaminadas a que vivamos con fe en un mundo impío? ¿Cuántas exhortaciones a descansar tranquilos en el sacrificio del Mashiaj? Y ¿cuántas han tenido un efecto de shuvá, de volver, de retorno?
¿Marcaron un antes y un después en nuestra vida?
La parashá de esta semana se inicia recordándonos todas las bendiciones que Adonay nos ha dado cuando nos escogió, pero también nos señala cómo el exceso de cosas materiales, el poder, el dinero, los lujos y la mundanalidad nos pueden apartar de Adonay.
Haftará –
Shalom estimados.
Adonay vino de Sinay, y desde Seir les resplandeció, resplandeció desde el monte de Parán, avanza entre diez millares de santos, “con una Torá de fuego en su diestra para ellos” (verso 2).